El
pasado 16 de octubre, se celebró el día Mundial de la Alimentación con el lema:
El
Clima está cambiando. La Alimentación y la Agricultura también. Esta
frase, está en sintonía con la propuesta de las grandes empresas
transnacionales que continúan influyendo en los hábitos alimenticios, por su
poder económico y el control en la producción de alimentos, a costa de los
daños casi irreversible provocados al medio ambiente, la salud de las personas
y la erosión genética, a través de su trinomio: Maquinaria, Agroquímicos y el
monopolio de las semillas.

Un
transgénico (organismo genéticamente modificado u OGM) es un ser vivo creado
artificialmente en laboratorios con técnicas que permiten insertar a una planta
o a un animal genes de virus, bacterias, vegetales, animales e incluso de
humanos. Por lo tanto, son variedades producidas en laboratorio donde las
condiciones controladas hacen que sean susceptible a la gran diversidad de
clima y suelos que predominan en el mundo, por ello su fracaso a nivel
productivo.
Las
especies de plantas y animales que hemos conocidos, son productos de un proceso
de evolución constante y tienen relación con el clima, el suelo, el manejo y
tipo de reproducción. Entonces la agricultura y los alimentos que provienen de
ella, no es cuestión de un solo Gen, es producto de un conjunto de factores
bióticos y abióticos articulados, en sintonía y en armonía. La planta de arroz
tiene entre 45 y 56 mil genes, que determinan sus principales características. Por
lo tanto, el Gen por sí solo no existe, el GEN es una expresión de los factores
antes mencionados.
En
respuesta al fracaso de los transgénicos, existe una campaña mundial a su favor
promovida por las transnacionales, las cuales han invertido en lobby
internacional, gastando sumas exorbitantes de dinero para comprar políticos,
investigadores, multilaterales y universidades, que hoy abogan a favor de los transgénicos.
Según un informe denominado Lobby de MONSANTO, la empresa aliada con la Bayer, han
invertido más de 120 millones de dólares en lobby en Washington y otros miles
en la Unión Europea, para de ahí dictar sus leyes y normas que favorezcan la
expansión de los transgénicos.
No
es raro, que paralelo a la celebración del Día Mundial de la Alimentación, Monsanto
y sus aliados, hayan organizado el Congreso Internacional Sobre Pobreza y
Hambre organizado por la Universidad Católica de Valencia, donde un puñado de
expertos, incluyendo algunos premios Nobeles, ya influenciados, concluyeron,
que los transgénicos no afectan la salud. Cobardemente apoyan esta campaña pese
a los 20 años de fracaso de los transgénicos, ya que según estudios
internacionales, solo 10 países lo han adoptado y solo 4 rubros han sido
promovidos, ninguno de ellos como alimento para aliviar la pobreza y el hambre
como ellos han pregonado.
Esta campaña hace eco en un
precario grupo de grandes productores desinformados en Nicaragua, que buscan como incidir a
nivel político para permitir la introducción de transgénicos, a pesar de los
riesgos que estos representan.
Buena
noticia, este pasado 16 de octubre, se realizó en La Haya el Tribunal
Internacional Monsanto, una iniciativa civil desarrollada por movimientos
sociales, para evaluar a partir del testimonio de 30 figuras de todo el mundo
la responsabilidad por las violaciones a los derechos humanos, crímenes contra
la humanidad y ecocidio de la multinacional transgénica.
Es
fundamental, continuar re-existiendo y hacer la lucha a través de la producción
agroecológica y con el consumo responsable y alerta a nuestros ciudadanos sobre
las perversas intenciones de las empresas transnacionales que través de su
modelo de producción Genocida quieren continuar erosionando nuestros alimentos,
conocimientos, identidad, soberanía y seguridad alimentaria y nutricional.
Harold
Calvo Reyes
Coordinador
de la Alianza Semillas de Identidad
semillas.identidadnic@gmail.com
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