La contaminación del suelo: una realidad oculta.


“La contaminación de los suelos afecta a la comida que comemos, el agua que bebemos, el aire que respiramos, y la salud de nuestros ecosistemas”, señala la directora general Adjunta de la FAO, Maria Helena Semedo.

La contaminación del suelo plantea un serio desafío para la productividad agrícola, la seguridad alimentaria y la salud humana, pero se sabe muy poco sobre la escala y la gravedad de la amenaza, según advierte un nuevo informe de la FAO.

La industrialización, las guerras, la minería y la intensificación de la agricultura han dejado su legado de contaminación del suelo en todo el planeta, mientras que el crecimiento de las ciudades ha tenido como consecuencia que se utilice como sumidero de cantidades cada vez mayores de desechos urbanos, asegura el informe La contaminación del suelo: una realidad oculta.

Pero aunque la intensificación agrícola, la producción industrial y la urbanización prosiguen a un ritmo rápido, hasta ahora no se ha realizado una evaluación sistemática del estado de la contaminación del suelo a nivel mundial, señala el informe.

“El potencial de los suelos para hacer frente a la contaminación es limitado y, por eso, la prevención de la contaminación de los suelos debería ser una prioridad en todo el mundo”, añadió Semedo.

 ¿Qué causa la contaminación del suelo?

De lejos, la mayor parte de la contaminación del suelo se debe a actividades humanas.

Actividades industriales -incluidas la minería, la fundición y la fabricación-; desechos domésticos, ganaderos y urbanos; plaguicidas, herbicidas, fertilizantes utilizados en la agricultura; productos derivados del petróleo que se liberan o descomponen en el medio ambiente; gases generados por el transporte: todos contribuyen a agravar el problema.

Los llamados “contaminantes emergentes” suponen también una preocupación creciente. Aquí se incluyen productos farmacéuticos, disruptores endocrinos, hormonas y contaminantes biológicos; la denominada “basura electrónica” (“E-waste”) de viejos aparatos inservibles; y los plásticos usados hoy en casi todas las actividades humanas.

Apenas existen estudios científicos sobre el destino de los plásticos en los suelos, señala el informe Una realidad oculta, mientras que la mayoría de los desechos electrónicos se depositan en los vertederos en lugar de reciclarse.

Datos y cifras

El informe de la FAO es una síntesis de la investigación científica existente sobre la contaminación del suelo. Entre los hechos y cifras destacados de esa investigación figuran:

• La producción de productos químicos creció rápidamente en las últimas décadas y se prevé que aumente anualmente en un 3,4 por ciento hasta 2030. Los países que no pertenecen a la OCDE contribuirán mucho más en el futuro.

• En 2015, la industria química europea produjo 319 millones de toneladas de productos químicos. De estos, 117 millones de toneladas se consideraron peligrosas para el medio ambiente.

• La producción mundial de desechos sólidos urbanos era de cerca de 1 300 millones de toneladas anuales en 2012; se espera que aumente a 2.200 millones de toneladas anuales para 2025.

• En muchas regiones del mundo, los niveles de contaminantes orgánicos persistentes en la leche humana son muy superiores a los que se consideran inocuos, con una mayor incidencia en la India y en algunos países europeos y africanos.

• Algunos países de bajos y medianos ingresos han aumentado notablemente su uso de plaguicidas en la última década. Bangladesh, por ejemplo, lo multiplicó por cuatro, Rwanda y Etiopía por más de seis y el Sudán lo multiplicó por diez.

• La producción mundial de estiércol aumentó un 66 por ciento entre 1961 y 2016, de 73 a 124 millones de toneladas (Mt). El volumen de estiércol aplicado a los suelos aumentó de 18 a 28 Mt, y la cantidad de estiércol dejada en los pastizales aumentó de 48 a 86 Mt. El estiércol puede contener altas cantidades de metales pesados, organismos patógenos y antibióticos.

• Los suelos cerca de las carreteras acumulan elevados niveles de metales pesados, hidrocarburos y otros contaminantes, lo que representa una amenaza cuando se producen alimentos en áreas adyacentes o cuando se lleva a pastar al ganado junto a estas vías.

• Aproximadamente 110 millones de minas y otros tipos de explosivos sin estallar continúan dispersas en 64 países en todos los continentes, remanentes bélicos que pueden tener consecuencias fatales para los agricultores y que pueden liberar metales pesados al estar expuestos a la intemperie.

• Casi todo el suelo en el hemisferio norte contiene radionucleidos en concentraciones más altas que el nivel de fondo -incluso en áreas remotas-, como consecuencia de las pruebas atmosféricas de armas nucleares y episodios radiológicos como el accidente de Chernobyl.

Nota completa en portal de FAO

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